¿Es la Guardia Nacional un regalo envenedo?
Por: Carlos Puig | Milenio
Eso habrá cambiado cuando se termine de procesar la reforma que les permitirá actuar como la mayor fuerza policiaca que el país haya visto.
Las fuerzas armadas llevan dos sexenios y medio desplegadas para combatir al narcotráfico y la delincuencia. Hasta ahora, sin embargo, siempre estuvo en un limbo legal y por lo mismo en una especie de limbo también frente a la ciudadanía. El mismo secretario lo reconoció hace unos días. Auxiliaban, decía, pero su actuación siempre estaba en duda en relación con otras agencias policiacas y de seguridad y justicia. ¿Quién era el responsable? Eso habrá cambiado cuando se termine de procesar la reforma que les permitirá actuar como la mayor fuerza policiaca que el país haya visto. Como ayer lo decía la portada de nuestro diario, “el constante despliegue de elementos federales para reforzar la seguridad pública en distintas zonas del país y la falta de inversión de los gobiernos estatales en sus cuerpos policiacos ha provocado que en al menos 24 entidades federativas el número de marinos y militares sea mayor que el de los agentes estatales”. La investigación de MILENIO reveló que “las secretarías de la Defensa Nacional y Marina, así como la Guardia Nacional, han desdoblado en conjunto a 192 mil 831 militares a lo largo del país, mientras que en las 32 corporaciones estatales se desempeñan 193 mil 890 agentes”. La “legalidad” de la Guardia Nacional en la Sedena permitirá a gobernadores seguir traspasando la responsabilidad de la seguridad pública al Ejército, se lavarán las manos. Total, que me manden más soldados vestidos de GN, dirán. Pero más importante, pienso, por la reciente discusión y esta “legalidad”, el peso de la seguridad pública, de los resultados, caerá en la Guardia y por lo tanto en la Secretaría de la Defensa Nacional. Entonces, si en uno o dos o cuatro años la situación sigue como está, o peor, tal vez la aprobación del Ejército y los militares entre los ciudadanos no sea la que es hoy. Una institución que no está muy acostumbrada a rendir cuentas tendrá que rendirlas. Los militares llevan 15 años en la calle haciendo labores de seguridad. Los resultados que hoy tenemos son en parte resultado de esa estrategia, es decir, no lo han hecho muy bien. Nada indica, nada, que ahora funcionará o que algo será diferente. Un cambio constitucional no es una estrategia. Por lo que ahora los militares tendrán que responder a la insatisfacción de los ciudadanos. Eso será nuevo y, puede ser, nada agradable para las fuerzas armadas.